De estación a estación.

     Otoño ha vuelto de sus largas vacaciones. Cuando se fue dejó al mando a Invierno, quién creyéndose dueño y señor del mundo decidió hacer algunos cambios importantes. Otoño había pintado los árboles de amarillo para luego desnudarlos, e Invierno se tomó la libertad de volver a vestirlos, pero esta vez de blanco. Se dedicó a teñir el mundo con sus colores, y como es un hombre del norte, trajo frío y vientos. Hasta que Primavera no pudo más. Ahí fue cuando Primavera estalló, y lo hizo con fuerza, como huracán que lo destroza todo para brindarnos la oportunidad de un nuevo comienzo. Primavera apartó el frío de la dictadura de Invierno, alargó los días y permitió a los verdes volver del exilio. Trajo lluvias para fortalecer los campos y sus cultivos, trajo vida. Trajo sonidos, música y cantos. Y cuando todo estaba perfecto, cuando Primavera había alcanzado su máximo esplendor, decidió dejar el control y ser recordada como la mejor. Pero Verano no pensaba lo mismo. Verano era alérgico a todo lo que Primavera significaba, y quiso hacerse con el poder. Verano, todo un demócrata, cegó a los habitantes diciendo que traería vacaciones y días de sol y fiesta, solo que se le olvidó mencionar que traería también olas de calor sofocante, pereza y escasez de lluvias. Así fue como se encontró el mundo Otoño cuando volvió de viaje.
     Otoño, vuelve a establecer una rutina.