Mientras la abraza, sus manos recorren su espalda dibujando las más abstractas formas. Ella tiembla, pero no es por el frío. Que va. Tiene calor, y el también, un calor que los quema por dentro y los excita por fuera.
Sus manos llegan hasta uno de sus pechos, y lo acaricia. Ella siente su cuerpo derretirse bajo su tacto. Su otra mano empieza a recorrer su tripa, abajo, más abajo, un poco más abajo todavía...
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