Eran tres, siempre juntas, siempre unidas, siempre especiales, siempre únicas.
Hasta que el lobo se comió a una.
Y le gustó tanto, que le pasó lo mismo que al cocodrilo con el Capitán Garfio. Oh, pero el lobito no hacia tic-tac-tic-tac para alertar de su presencia. Él, se relamía, y las tres mellizas, fueron sus primeras presas.
Y desde entonces la Bruja Aburrida está aún más aburrida. Creo que se tira de los pelos desde que las mandó al cuento de los Tres Cerditos.
Pobre bruja, pobres niñas, y pobre lobito, no sabían lo que hacían.
Pero el lobo sigue con hambre... ¿Donde estás, Caperucita? Me han dicho que sabes deliciosa. Auuuuuuuuuuú.
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