Todas mis historias de amor terminan como tú y yo.
Quemabas. Ardías.
Tenías el mundo a tus pies, podría haber sido tuyo. Pero decidiste que no lo querías, decidiste perder la batalla que luchabas contra ti mismo. Tregua. Bandera blanca. Rendición sin condiciones. ¿Cuándo dejaste de creer en la magia? ¿Cuando dejaste de creer en mi?
Era nuestra mentira, no tenías ningún derecho a dejar de jugar sin consultármelo primero. Pero lo hiciste, ya lo creo que lo hiciste. Cerraste las maletas y te marchaste por la misma puerta que tantas veces nos había visto entrar cogidos de la mano.
Y desde entonces, te veo apagado. Sé que tú también lo sientes.
Ya no quemas nada, has dejado de arder.
Quizás ahora sea capaz de escribir nuevas historias de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario