Haces una montaña de un grano de arena, Mon

-Y dale siempre con lo mismo. Nunca pensé que fueras idiota, Mon. Deja de hacerte la víctima. Que si ahora te quiere, que si ahora no te quiere. Que si ahora la que no quiere saber nada de él eres tú. Eres más aburrida que mirar a Tántalo intentando comer. Deja de lloriquear y haz algo productivo con tu tiempo, maldita sea.

La brusquedad con la que interrumpió el monólogo entrecortado y lacrimoso de Mónica la hizo sacudirse las lágrimas y mirar a su amiga fijamente y con asombro mal disimulado.

-Pero... es que... no puedo pensar en otra cosa... -intentó defenderse Mónica.

-Deja de inventarte putos momentos con él que jamás van a ocurrir. Mira cómo te está tratando, estoy cansada de oírte quejarte todo el jodido día y solamente porque una noche te prometió la luna y no has vuelto a saber nada de él. Supéralo, que ya eres mayorcita.

-Tú... no lo entiendes... es duro, ¿vale?

-¿Duro? Duro es el pan de hace una semana o la vuelta a clase después de un año de erasmus. Deja de ser tan jodidamente exagerada. Porque, ¿sabes qué? Yo me estoy quedando sin ropa interior, y eso sí que es un puto drama.

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