No me mires con esos ojos, Chica Lobo. Tú no puedes pertenecer a nadie. Eres demasiado libre, y moriría antes de encerrarte solo por el deseo de que fueses mía. Sí, mírame con esa cara como si fueras a comerme, con esos ojos de lobo gris que tienes.
Te he visto declararte invencible y cómo te lo has llegado a creer. Te he visto ir al infierno y volver solo porque no te apetecía salvar el mundo, pero sí a algunas de las personas que había en él. Te he visto tomarte un aguardiente con el diablo y jugar al parchís con la muerte.
Te he visto hacerle trampas a la muerte.
No me vengas ahora con que no puedes conquistar el mundo, porque yo se que puedes hacer eso y mucho más. Podrías conquistar la galaxia y todo el maldito universo si te lo propusieras.
Nunca has sido de la que se rinden fácilmente. Mejor dicho, nunca has sido de las que se rinden, Chica Lobo. Vamos, ponte de pie. Aúllale a la luna para que sepan que estás de camino.
Puedes poner cara de cordero degollado.
Que a mi no me engañas.
Sé que sigues ahí dentro.