Que sí. Que es verdad.
Que te busco entre la gente.
Sé que estamos en la misma ciudad y ya me da un vuelco al corazón. Sé que nuestras vidas si han entrecruzado mil millones de veces sin llegarse a cruzar y me dan dos vuelcos más. Que sí, que creo distinguir tu silueta y mi corazón da una vuelta para atrás con salto mortal.
Te busco entre la gente, veo tu fantasma reflejado en los cristales del metro. Veo tu barba despeinada en cada calle, y tus ojos que miran como si hubieran visto un chiste, en cada esquina. Te veo, y a los dos segundos caigo en que no eres tú.
Me estoy obsesionando. Me vuelves loca, y ya no sé hasta que punto bebo para olvidar o para intentar encontrarte en el rostro de cualquier desconocido que quiera regalarme una noche.
Y entonces escribo, y te veo reflejado en todo lo que nunca dije. Y en lo que me gustaría decirte pero no me atrevo. Porque si lo hago, me verás el alma. Y entonces sí que me verás desnuda, no como cuando estamos en la misma cama.
Así que sí, ya lo ves. Yo, que me dedicaba a rescatar causas perdidas para olvidarme de que la que estaba perdida soy yo, he sido rescatada. Y mi rescatador ha tenido la desfachatez de dejarme a mi bola. Toma ya. Libertad a porrillo. Nada de cuentas pendientes. Nada de favores que pagar. Simple y llanamente libertad.
Y puede ser que después de todo no estuviese tan rota. Que poco a poco me haya arreglado a mi misma y que solo me quedara el toque final. Ese me lo has dado tú. Ha sido una pequeña colaboración, no te vayas a creer demasiado importante. Porque no te necesito, que lo sepas.
No te necesito, no te necesito, no te necesito.
Pero me haces más feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario