Existen máscaras de hierro para almas de cristal

Roxanne tenía el alma de cristal brillante y transparente. Si te parabas a contemplarla durante demasiado tiempo podías ver a través de ella, y joder, qué bonito era. Cómo reflejaban la luz la parte interior de sus codos, y cómo se oscurecía un poco en las clavículas. Podías hipnotizarte si mirabas demasiado.

Era la chica del alma de cristal brillante que deseaba desesperadamente que alguien le contagiara un poco de su oscuridad, para que hiciera juego con sus pensamientos. Vivir dentro de su cabeza era una experiencia terrible reservada solo para ella. Solo ella conocía todos sus demonios, y les llamaba por sus nombres y apellidos. "Si no puedes con tu enemigo, únete a él". En ocasiones les dejaba tomar las riendas de la situación, en un esfuerzo por tintar su alma de rojo brillante. Sangre.

-Hazle daño, venga.
-Sí, muérdele y arranca un buen pedazo.
-¡Sí! Seguro que no se lo espera. Acaba con él.
-Vamos Roxy, danos algo para divertirnos.
-Sabemos que tú también quieres.
-Y puedes hacerlo, mira que brazo más blandito.

Así, a golpe de mordisco, Roxanne y sus demonios acababan con todo aquel que tuviera la desfachatez de quedar ensimismado por su alma de cristal transparente. Deseaba desesperadamente gritar, aullar, llenarse el corazón de clavos y sentir de una vez que estaba viva.

Roxanne tenía el alma de cristal, y estaba harta de que la trataran como si fuese a romperse en cualquier momento.

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